Dos cortos relatos acerca de las experiencias
Los Clientes siempre tienen una experiencia. Buena, mala o indiferente, hoy les quiero compartir dos cortos relatos acerca de las experiencias...
Mi Cumpleaños
La primera historia ocurrió el día que cumplí años. En esa oportunidad fuimos a un restaurante que ofrecía una promoción: El cumpleañero recibía un súper postre de regalo. El almuerzo transcurrió normalmente, tal vez fue un poco incomodo porque había algo de fila. La comida estaba muy rica pero no la quise terminar porque quería guardar espacio para "El Súper Postre".
Llegó el momento de "postrear" y mi esposa le hacia caras al mesero para avisarle que era mi cumpleaños. Entonces el camarero me pidió la cédula, tal y como si se tratara de un redada policial. Debo confesar que me incomodó.
Cuando el hombre vio la foto desconfió, porque la imagen es de hace algunos años y parezco otra persona. Sin embargo con la zozobra de sentirse estafado aplaudió y en 3 segundos todos los meseros rodearon nuestra mesa y entonaron el Feliz Cumpleaños.
Fueron los 45 segundos más incómodos de mi vida, me parecieron eternos. Pude ver como los otros comensales interrumpían su almuerzo para ver mi sufrimiento. Al terminar de un plato gigante emergió un flan de coco y no mi esperado "Súper Postre". Hay un pequeño detalle: no me gusta el coco.
El Maracaná
La segunda historia, se llama “Celso Pinho, el amigo al que no he visto”.
Hace dos años viajé con mi familia a Río de Janeiro y reservé un departamento por una plataforma. El dueño era un señor de 65 años bien calificado por sus huéspedes. El lugar estaba a pocas cuadras de la playa. A los pocos días de reservar me llego la solicitud de amistad por Facebook de Celso, esto me pareció un poco intenso, pero lo acepte.
Al llegar a Río, sobre la mesa del apartamento encontramos el Blue Ray de Frozen, dos bolsas de regalo y una nota, en la que en perfecto español nos decía que le pusiéramos la película a Luciana (Mi hija) mientras arreglábamos maletas. En ese momento pensé: ¿Cómo sabe este señor que los niños se desesperan por salir mientras uno arregla el equipaje?
Pero la sorpresa no para ahí, en algún mensaje que nos cruzamos le hable de mi fanatismo por el fútbol y le pregunte por el Maracaná. Celso me explico que El Maracaná estaba cerrado y no lo iba a poder conocer.
Al día siguiente Edu, un taxista veterano que había contratado Celso para ofrecernos un paseo por Río, nos dio un maravilloso regalo: Nos llevaría a un lugar sorpresa.
En el camino empezó a contarme las historias más maravillosas del fútbol brasilero, esas que no están en Wikipedia. No sé si verdad o mentira, me aseguró que había jugado en el 62 con Rivelino en las inferiores de Corinthians.
En medio de la charla se detuvo y a mi derecha estaba el imponente Journalista "Mario Filho Maracaná", Edu sacó una replica de la Copa del Mundo que escondía junto a su asiento y me la pasó para que me tomara una foto junto a la estatua.
Tiempo después ya luego de regresar del viaje, emocionado le escribí a Celso agradeciendo ese momento memorable y le pregunte que cual era su equipo favorito. Su respuesta, aunque muy honesta me sorprendió: "Lo siento no me gusta el fútbol”.
El comportamiento de Celso me llevó a preguntarme:
¿Construimos experiencias para que nos gusten a nosotros o pensando en el cliente?